Entrada original publicada en la revista 87 Grados
Salgo para Madrid. En el aeropuerto de Granada no es fácil equivocarse de puerta. Cojo el periódico en el avión. Hace semanas que tengo el portátil con la pantalla más muerta que viva y no puedo informarme por las vías habituales, blogs y demás. No los mass-media habituales.
Sabía que habían desalojado el día de antes de forma violenta la Puerta del Sol. La verdad es que quería saber más sobre lo que había ocurrido en Madrid. Me cuesta formarme opiniones solo con lo que veo en la tele. Yo soy así. La manifestación del #15m había sido todo un éxito, al menos en Granada. Éxito de asistencia, éxito de ambiente.
Mejor avanzo.
Llego al hotel. Está cerca de Sol. Dejo la maleta y bajo a la plaza a ver que hay. Todo tranquilo. Muy tranquilo. Mucha presencia policial pero ningúnantisistema a la vista. Me voy. Tengo reunión en el Ministerio de Educación con el hermano de Iñaki y no es plan de llegar tarde. Además, he quedado con unos compis para comer antes de ir al CEUNE. Tenemos que hablar sobre el clientelismo en la representación estudiantil… Pero eso es otro post…
Reunión de mierda. Nos han colado otra nueva subida de precios públicos y recorte en la política de becas, encima sin derecho a réplica. Unos cuantos decidimos ir de nuevo a Sol. Durante el pleno hemos leido en twitter que habían convocado una concentración contra el desalojo de la noche anterior. La masa me estremece, la verdad. No creo que sea habitual que la puerta del sol se llene de gente. Al menos no días diferentes a Nochevieja o visitas del Papa.
Cambio de compis. Rafa y Alfredo, madrileños de pro, me rescatan de la marabunta que me ha llevado a la puerta de un Corte Inglés. Más tarde me encuentro también con Carlos y sus compis segovianos que andan por la capital del reino. La conclusión es unánime: Esto no hay quien lo pare.Tengo la suerte de haber vivido los primero minutos. Empiezan las clases aceleradas de autogestión y autoorganización, de las que ya fueran maestros los de Democracia Real Ya durante los meses previos a las acampadas. Surgen comisiones como churros. Limpieza, infraestructura y acción. Se dividen y fusionan unas con otras. Política, reflexión interna, universidad… Jamás pensé que iba a compartir debate sobre propuestas de ley o modificaciones de las mismas en una variopinta e innumerable asamblea a las 4 de la mañana de un joven miércoles. Mucha presencia policial.
Al día siguiente cogí mi avión de vuelta. Pude comprobar en mis carnes la réplica del movimiento madrileño. El contagio de un proyecto ilusionante.