Las series de televisión, sobre todo aquellas producidas en Norteamérica y el norte de Europa –como las inglesas Black Mirrror y Sherlock o las danesas Forbrydelsen y Bron/Broen–, han conseguido posicionarse como una de las formas de ocio más demandadas por la sociedad. Y ha sido así, sin duda, gracias al cambio en el medio de consumo que ha supuesto la migración de la televisión del salón a la pantalla del ordenador, que ha conseguido que este fenómeno se globalice como nunca antes se había hecho.
Desde aquellas primeras precarias webs donde Chris Carter compartía comentarios sobre los últimos episodios de Expediente X con los fans más techies del momento, ha llovido mucho. Ahora no hace falta que te envíen unas cintas por correo para poder disfrutar del final de tu serie favorita en un tiempo razonable. Puedes programar que se descarguen automáticamente a tu ordenador con TVShows 2, por ejemplo, o conectarte en un santiamén con Cuevana Storm y verla en el momento. También cabe la posibilidad de que vivas en un país desarrollado y puedas contratar Netflix o Amazom Prime y no tener que andar con historias, pero ese no es el caso…
Con algunos momentos de verdadero abuso, dependiendo del tiempo que tenga y de las horas que necesite dormir en esos días, me puedo considerar un binge-watcher de tomo y lomo. Me gusta estar al día de las producciones más exitosas, de los movimientos que se producen en el mercado audiovisual y disfruto encontrando alguna joya que en su día pasé por alto. La verdad es que no suelo escribir mucho sobre series, principalmente porque soy un vago y no escribo habitualmente sobre nada, pero curiosamente el post con más visitas de este blog va sobre series animadas y sigue siendo leído varías veces al día a pesar de tener ya unos años.
En fin, como decía, si a este cambio en los hábitos de consumo le sumamos la evolución artísitca de los propios creadores, con esa transposición del lenguaje cinematográfico al televisivo, tenemos como resultado estos años mágicos que estamos viviendo en cuanto a calidad seriéfila se refiere. Con productos tan buenos como Breaking Bad o True detective, y adaptaciones televisivas cuatrojotas como Juego de Tronos. Para aprender como ha evolucionado la ficción televisiva en los últimos años y para comprobar y descubrir la calidad de algunas de sus obras no será porque no haya literatura. Libros sobre series podéis encontrar un montón. Últimamente se ha escrito mucho tanto por autores españoles como por editoriales patrias: Expediente X, Los Soprano, The Wire, The Walking Dead, Mad Men,… Recopilaciones con recomendaciones tienes muchas donde elegir en la red. Incluso hace unos meses la revista Jot Down le dedicaba un monográfico a las series con el que pasé un buen rato. También hay revistas especializadas, no creáis, como Fuera de Series, que están recién nacidos, casi dando sus primeros pasos, y que salen una periodicidad mensual. Si no eres tanto de leer como de escuchar, puedes darle una oída a algunos de los podcasts especializados en televisión que tenemos en español como ohhh! TV o Teleadictos.
Pero en realidad este post iba a ser simplemente un aviso de que ha empezado el MOOC La 3ª edad de oro de la Televisión en la plataforma MiriadaX, y casi me olvido de hacerlo. Una fantástica oportunidad de hacer un pequeño itinerario dirigido para iniciarse en el mundo de las series en tan solo unas semanas. Yo lo estoy siguiendo y ya he descubierto nuevas referencias. Seguro que lo disfrutáis tanto como yo.
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