No me siento orgulloso de lo que leo.
Bueno, mejor dicho, no me siento especialmente satisfecho con cuántos libros leo al cabo del año. Ando todo el día buceando por la red, leo estadísticas, interpreto datos -o lo intento-, comparo noticias… Todo ello por el mero placer de conocer, de estar informado. Sin embargo no puedo callar esa voz que me dice que busque una lectura más pausada, que tire más de los clásicos. Tampoco aquella que habla de que disfrute de una novela de vez en cuando y que deje el ensayo un ratito. En definitiva, que lea por la (no)dicotomía diversión-formación.
Como diría Cortázar, me siento regalado a mi biblioteca. Una biblioteca que no existe en ninguna parte salvo en mi a veces obsesiva imaginación. No existe pero la busco. Busco mi biblioteca de Lanzarote. Aún no sé los libros que tiene, los que ojearé y los que nunca leeré aunque ya estén ahí.
Dentro de los propósitos para este año que acabamos de estrenar, que espero ir plasmando poco a poco en mis posts habituales, está el de encontrar esta biblioteca imaginada y leerla, claro. Para ayudarme en este camino iré publicando pequeñas reseñas de los ejemplares que vayan cayendo. No de todos. Sólo de los que me apetezca o tenga tiempo.
Para ello, y como soy un poco payaso, he ideado un sistema de puntuación simple pero muy granadino. Los Fajalaucitos (nombre derivado del diseño aviar de la tradición alfarera albaicinera). Acompañando a cada reseña añadiré una serie de fajalaucitos, desde uno hasta cinco, para resumir brevemente lo que haya supuesto para mi la lectura de ese libro.
Espero que os sirva a vosotros para descubrir universos nuevos y a mí en mi búsqueda.
PS: La tipografía usada en las valoraciones fajalaucíticas corresponde a este precioso trabajo del Colectivo Granada Tierra Soñada.
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