Hoy es uno de esos días en los que parece que todo se clarifica.

Las reflexiones que se han hecho desde la joven redacción del non-nato-diario-de-la-izquierda-independiente-con-una-tirada-de-90.000-ejemplares o La Voz de la Calle me hacen pensar en algo a lo que llevo un tiempo dándole vueltas.

La no renovación de los órganos oficiales (barra) instituciones (barra) asociaciones (barra) partidos políticos (barra) activistas (barra)… está hundiendo sistemáticamente la movilización social y la participación, sobre todo, del que no quiere trepar sino ayudar al que tiene al lado. No quiero entrar en si todo forma parte de un plan maquiavélico trazado por los poderes político-económicos del planeta. Los que me conocéis sabéis que me gustan las conspiranoias, pero únicamente las relacionadas con coperativistas alienígenas y estudiantes de políticas o derecho.

El ejemplo de “La Voz de la Calle” es iluminador. Una cabecera, cuyo nombre recuerda ya a un rancio “De verdad” intenta aunar a esa izquierda que ahora llamamos transformadora. Los Carlos Berzosa, Juan Torres, Antoni Domenech,… y el largo etcétera de participantes de las mesas de convergencia que a su vez han convergido en el proyecto de periódico , y a los que me duele meter en el mismo saco, se han encontrado con una gran barrera. La generacional.

Una web que recuerda a otras de la rama, con unos contenidos excelentes pero un diseño que hasta a los que estamos interesados en los contenidos nos cuesta seguir. Un consejo de dirección con más años que maña. Y un, reconozcámoslo, consejero delegado que no se yo hasta que punto puede echarse a las espaldas a estas alturas de la vida un proyecto como es el de sacar un nuevo rotativo.

Probablemente nos valgan las mismas ideas. Las actualizaciones no son fáciles de parir, pero cuando hay buena materia prima es más llevadero. La acción directa es necesaria pero hay que renovar los métodos. El tiempo del pasquín terminó. Hay que asumirlo. Es la hora de las redes sociales y los medios de comunicación digitales. Seamos serios. ¿Aún no se ha dado cuenta la izquierda de la labor evangelizadora de la televisión? ¿Es qué no hay nadie que sepa de marketing y comunicación un poquito en estos movimientos?

El no querer salvar al menos la web, impulsándola aunque reduciendo la ambición a priori del proyecto, con unos contenidos de calidad y cubriendo toda la actualidad que queda huérfana del resto de medios, es un grave error. Que el revulsivo de la información de izquierdas deje en la calle a 50 periodistas (que no habían firmado aun su contrato), es una putada.

Que todos aquellos a los que les llegó su hora hace tiempo no se hayan ido, es una mierda.